El portafolio científico.

Desde que nos levantamos de la cama, nuestra cabeza comienza el trabajo de pensar para decidir en la ropa que vamos a vestir en el día, la primera comida que se nos antoja. Si tomamos café o té, cuál es la ruta más directa a nuestro trabajo, y cosas por el estilo. Muchas de las primeras acciones de nuestro día están determinadas por las condiciones de vida; lo cual hace que algunas se realicen sin ser conscientes. Pero, tanto las pequeñas e insignificantes, como las importantes y complejas, en conjunto, son los que nos identifican; la manera en que las enfrentamos, nos dan autenticidad.

El científico y la exposición.

El científico artista, para existir, necesita exponer su obra. Su trabajo es interpretar sus miedos, sus dudas, sus angustias; materializarlas en sonidos, trazos, letras, edificaciones, imágenes estáticas y en movimiento. La exposición es la muestra de lo que perturba su alma. Desea expulsar —hacer llover—, y germinar la imaginación del espectador. Limpiar un camino de entre los árboles del bosque de emociones en el que circulamos diariamente.

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