El portafolio científico.

Desde que nos levantamos de la cama, nuestra cabeza comienza el trabajo de pensar para decidir en la ropa que vamos a vestir en el día, la primera comida que se nos antoja. Si tomamos café o té, cuál es la ruta más directa a nuestro trabajo, y cosas por el estilo. Muchas de las primeras acciones de nuestro día están determinadas por las condiciones de vida; lo cual hace que algunas se realicen sin ser conscientes. Pero, tanto las pequeñas e insignificantes, como las importantes y complejas, en conjunto, son los que nos identifican; la manera en que las enfrentamos, nos dan autenticidad.

El científico y la exposición.

El científico artista, para existir, necesita exponer su obra. Su trabajo es interpretar sus miedos, sus dudas, sus angustias; materializarlas en sonidos, trazos, letras, edificaciones, imágenes estáticas y en movimiento. La exposición es la muestra de lo que perturba su alma. Desea expulsar —hacer llover—, y germinar la imaginación del espectador. Limpiar un camino de entre los árboles del bosque de emociones en el que circulamos diariamente.

Los científicos del siglo XXI.

La gente, con necesidad de certezas, aceptan a un _artista_, meramente cuando es reconocido por la comunidad o las élites.

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