#Cine contra series de TV.

Cine contra Series de Televisión.

Las salas de cine se convirtieron en parte esencial para ayudar al espectador a vivir un momento íntimo con los actores y sus dramas. Es el refugio del público de constantes ataques sobre indecisiones y decisiones que lo acosan segundo a segundo.

Vamos al cine —dijo ella
¿Qué quieres ver? —dijo él
No sé algo romántico, lo que sea está bien… la verdad es que solo quiero salir un rato —dijo ella.
Algo romántico, que hueva —dijo él
Bueno, entonces algo de acción, ¿qué tal la última de Marvel? —dijo ella
¿Por qué no vemos algo en Netflix? —dijo él

La pareja pasó las próximas dos horas decidiendo por algo de la plataforma, al final decidieron por una serie de Televisión.
A las tres de la mañana ella se paró a apagar el televisor, la serie seguía, pero ellos ya llevaban al menos dos horas dormidos. Al día siguiente no hablaron nada de lo que habían visto. Lo que vieron fue intrascendente.

La diferencia entre película y serie de televisión.

Para saber distinguir a una película de una serie de televisión debemos partir de las motivaciones por las que se decide producir una u otra.

Una película nos muestra acciones que contradicen el conflicto interior del personaje; el espectador pone atención a claves dadas, a cuentagotas y en puntos específicos por la producción.

Una serie de televisión utiliza diálogos para mostrar los conflictos internos del personaje y estos son un obstáculo que debe superar para alcanzar sus metas. El espectador se puede distraer de los detalles sin que se altere su comprensión de la historia. Las acciones del héroe funcionan como complemento o reafirmación de la narración.

Esta motivación, “qué quiero decir y cómo lo quiero decir”, es la principal. A partir de ella se decide en que lugar quiero que el público reciba mi mensaje: una sala de cine o el comedor de una casa.

Una cosa es cierta, ambas al final del día terminan transmitidas en televisión o en un celular.
Como productor de películas, uno espera que el espectador compre un boleto para una sala de cine antes de que la película llegue a verse en una pantalla de TV.

¿Por qué es tan importante el lugar?

Al inicio de los tiempos del cine, después de aprender la magia de la edición y el estilo visual, pero antes de las talkies (películas con diálogo), los autores mostraban historias de los protagonistas que transformaron su entorno. Al explorar los alcances de las herramientas de edición y puesta en cámara, poco a poco las historias elevaron su calidad artística y enseñaron a nuestra mente una nueva perspectiva para reflexionar sobre nuestra psique.

Las salas de cine se convirtieron en parte esencial para ayudar al espectador a vivir un momento íntimo con los actores y sus dramas. Es el refugio del público de constantes ataques sobre indecisiones y decisiones que lo acosan segundo a segundo.

La comercialización y el consumismo visual encontraron la manera de llegar a nuestras casas por medio de la televisión, y desde entonces, con su ruido nos han ido arrinconando para estrechar nuestra mente y nos olvidemos de contemplar, disfrutar de la vida, cuestionar y pensar.

Las primeras series de televisión fueron armadas para intercalar en ellas cortes comerciales. Utilizaron las herramientas visuales del cine y el diálogo del teatro para convencernos de comprar, en nuestra próxima visita al supermercado, un mejor papel de baño.

La competencia.

El crecimiento descontrolado de la población, la construcción de grandes ciudades con luces que nunca duermen, nos hicieron presa del “no sé que quiero”.

Los productores de televisión aprovechando la explosión demográfica apostaron por programas de mejor calidad. ¿Por qué ir al cine y pagar un boleto, cuándo en la televisión hay cosas más interesantes, de calidad similar y si no me gusta lo que veo puedo cambiar de canal?

Entonces el cine intentó recuperar al público que decidía por la comodidad de su casa. Se construyeron multicinemas, se exploró con cine en 3D, crearon un Star System. Nada de esto resultó por completo. A cada intento del cine la televisión encontraba una manera para atrapar de nuevo a los desertores.

Una nueva generación de cineastas comenzó a apostar por la calidad; aprendiendo de los primeros grandes autores de las películas silentes, llevaron la narrativa visual a niveles en los que solo se podía conseguir su entendimiento dentro de una sala de cine. Mostraban, por medio del subtexto, historias complejas con conflictos internos; no podían ser interrumpidos por un corte comercial. Silencios dramáticos, historias íntimas y escenarios espectaculares. En ese momento, el cine se despegó de la televisión retomando su lugar de elite.

El despertar de un gigante.

La televisión por cable revivió la competencia. Los productores de manera paciente fueron acaparando al público necesitado de entretenimiento simple en la comodidad de su casa, en lugar de salir a la calle y arriesgar sus vidas a los peligros que en ella habitan. Los noticiarios se encargaron de hacernos saber de esos monstruos nocturnos.

Los Stand-Ups Comedy fueron los que abrieron la puerta. Sin censura, con sarcasmo y picardía, los comediantes te invitaban a la reflexión. También se ofrecía un amplio catálogo de películas ya retiradas de la cartelera. Poco a poco nos fuimos acostumbrando a mirar películas lejos de una sala de cine. Nos convencieron de que el cine en casa es mejor.

Conciente el cine del alcance al que podía llegar la televisión, comenzó a invertir en películas que atrajeran a un público joven. Sacrificaron los silencios por escenas de acción y naves espaciales. Sin dramas complejos, trayectos del héroe digeribles y sin invitar a profundas reflexiones le dijo a la televisión “I’m your father”.

Error el del cine norteamericano, el más comercial en el mundo, imitar a la televisión por cable y alejar a los espectadores de las propuestas narrativas del mundo. Incluso, atacaron a sus creadores independientes, semillero de futuros talentos.

En la confusión la televisión abierta encontró el camino. Orillada a un tercer plano, tomó riesgos e invirtió en series de televisión innovadoras, pero por más que avanzaba en calidad visual, dependía del diálogo y su limitación para exponer subtextos. Su público principal en su día a día no acude a la televisión para aprender y reflexionar, la prende para desconectarse del mundo real.

Mira mamá ahora sin manos.

La evolución de la televisión logró desprenderse de la necesidad de vender papel de baño, hoy necesita suscriptores.

El cine Hollywoodense no depende de un público que entienda la narrativa visual y disfrute de los silencios dramáticos, necesita de espectadores que antes de entrar a una sala de cine, compren ropa, zapatos, relojes, disfrute de una hamburguesa y si hay tiempo, ver una película, similar a las series de televisión, pero en pantalla grande. Apelan por la nostalgia que habita en nosotros por las salas de cine.

Lejos de las fronteras de Hollywood, existen aún realizadores que sueñan con la libertad de contar una historia sin estar sometidos a la ambición de productoras que solo buscan ganancias económicas sin importar él, ¿cómo? Estos autores libran batallas para atraer a la mayoría de un público dormido: arrullado y atontado por políticos, noticias y melodramas caros con historias pobres.

La unión.

Las guerras entre las productoras de cine y televisión han rescatado a los realizadores que logran sobrevivir a la guerra de trincheras. Ya en sus filas comienzan a aportar nuevos avances narrativos.
Las series siguen y seguirán amarradas a los caprichos populares y a la narrativa, y las grandes producciones de cine, a un público consumista que se ha olvidado del valor por la estética. Se entiende, son los menos, pero ahí está el dinero y los obreros obedientes que necesitan las grandes empresas y gobiernos.

Las grandes productoras de cine y televisión, están fusionándose o comprando a la competencia; es tiempo de unir, no de acrecentar las diferencias, de ahí que series y cine cada día se parezcan más. El público ya no olvidó el romanticismo de la sala oscura y la pantalla gigante.
¿Qué ha generado está necesidad de unión? Un nuevo enemigo que los ha tomado por sorpresa, los videojuegos.


Es difícil ver la diferencia entre una serie de televisión y una película si solo consumimos lo que Hollywood escupe. Para no ser prisioneros de los encantos de grandes producciones debemos de alimentar nuestra mente con libros, distintas y atrevidas propuestas visuales, ir al teatro, ver cine mundial, visitar museos, caminar, contemplar, ver al cielo y las estrellas.

Los videojuegos están cambiando la forma en que se producen series de televisión y al cine. En caso de sentir que no tienes tiempo para pensar y contemplar el mundo a tu alrededor, en unos años, cuando tu atención completa esté atrapada y fuera de tu control, recordarás con nostalgia aquellos tiempos en los que pasaban miles de indecisiones y decisiones por tu mente, antes de colocar una cucharada de azúcar a tu café.


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