Cuando desees golpear a alguien en la nariz, detente y recuerda

La desinformación, las falsas noticias y la creencia de saber, son algunos elementos que construyen la polarización entre las personas.

La polarización no tiene campo de batalla definido. La relacionamos con la política porque en este terreno se genera una pasión con aceleración de cero a 100 en diez segundos. Pero la irracionalidad habita en cualquier conversación.

Las diferencias: sociales, económicas, de región o de religión; la diversidad sexual; la diferencia entre razas, no son elementos de la polarización. Estos pueden influir en el tema cuando se les utiliza como herramienta de victimización o enaltecimiento. Toda es una arma para ganar un argumento.

En todos los ámbitos de nuestra vida se da y es necesario intercambiar opiniones. Usamos nuestra razón para imponer, certificar y validar nuestros puntos de vista. El ser humano vive en una constante competencia, por esto una discusión rápidamente se convierte en un quién domina a quién.

La información sobre cualquier tema existe al alcance de nuestro dedo; encontrarla no es el problema. El conflicto nace cuando confiamos en lo primero que vemos, con fe ciega en la fuente; esto es, cuando nos tomamos la molestia de indagar sobre la fuente. A causa del consumismo, queremos hablar de todo y opinar de todo. Es un buen principio, pero tenemos que aceptar que no lo sabemos todo.

Imaginemos que ahora aprendo una palabra en mandarín Ni Hao y al doblar la esquina me topo con un chino. Después de saludarlo con mi nueva palabra, él me contesta amablemente y hace una aclaración en mi tono y pronunciación de la palabra. Inicio una discusión con el asiático, utilizo todos los argumentos posibles que tengo bajo el sombrero para defender mi forma de hablar, para mostrar mi dominio absoluto del mandarín. Él, en lugar de darme por mi lado y continuar su camino, lo invade la necesidad de discutir sobre el tema, y entonces, se da la polarización.

¿Por qué somos insistentes y perseverantes en creer que la otra persona está equivocada? Las personas que se equivocan son fracasadas. Por supuesto, uno nunca desea verse como un fracaso y no está dispuesto a perder en una discusión. Incluso a pesar de que no sepa ni siquiera de cómo comenzó esta.

La ley del menor esfuerzo

Al lanzar una pelota a alguien, el trayecto que recorre la bola es el más corto. Hasta donde sabemos, así funciona el universo. Todas las variables que influyen en el recorrido de la pelota: gravedad, empuje, viento, fuerza de lanzamiento… todas evalúan y, en común acuerdo, escogen el camino que menos esfuerzo presenta. La mente humana forma parte del universo y siempre busca el menor de los esfuerzos para resolver cualquier acción. Paradójicamente, cuando hay polarización, la mente del necio, el ignorante sabelotodo, siempre escoge la ruta más larga para resolver una discusión. Es más sencillo ofender y desgastar la conversación que aceptar el error, escuchar y corregir. Perder y aceptar la derrota, requiere de valor y esfuerzo.

La verdad es que el uso de la razón, es una virtud antinatural para el ser humano. Los necios aplican herramientas para controlar la narrativa en una discusión. Las más populares son la descalificación y el desvío del tema principal. De regreso a la discusión con el chino, un necio señalaría que el asiático se encuentra en un error porque su país no acepta la independencia de Taiwán, entonces el punto se desviaría al camino de las pasiones: la política.

Existe un problema natural de los seres humanos al mantener una conversación: la necesidad de imponer sus ideas. Una simple plática se convierte en una lucha de poderes.

Al hablar de un asunto, debemos de hacerlo por dos motivaciones principales: para informarnos, y para informar. Si de verdad queremos saber algo, es importante saber preguntar y escuchar. En cambio, cuando queremos explicar, debemos hacerlo con la mayor claridad posible. Si no tenemos claridad, entonces aceptemos que no sabemos y, partiendo de esto, se pueden generar preguntas y conjeturas que alimentarán el tema. En una conversación sana y constructiva se logrará llegar a un acuerdo y aprender.

Pero razonar es complicado. Es más sencillo ser juicioso, crítico. Esto sucede por no saber escuchar y por explicar con conceptos ambiguos. La verdadera abstracción de un argumento es un arte. Cuando no tienes claridad y tu mente es muy ruidosa, intentas controlar la narrativa con estadísticas y datos duros; utensilios del poseedor de una mente frágil. Así arrastran a los interlocutores dentro de su burbuja de seguridad que, más bien, es una roca que cae al vacío.

El miedo a no saber

Un hueco en el estómago, sentir la cabeza caliente, tener las orejas y pómulos rojos, trabarse con palabras sencillas, son acciones de nuestro ego que avisan cuando sentimos ser el tonto de la mesa. Por supuesto que la solución sencilla es callarse y escuchar. Pero nuevamente, ¿quién quiere permanecer como un tonto? Claro que al tener estas sensaciones, que deberían ser órdenes de silencio, se transforman en discursos dictatoriales que nos dejan viendo como tontos.

Ser razonable es entender del tema, preguntar y escuchar mucho y saber que cualquier conversación es un camino lleno de conocimiento. Por eso es importante saber decidir en qué conversaciones involucrarnos.

La manera correcta de eliminar la polarización es con la sana comunicación. Reconocer y aceptar que no sabemos mucho. Una plática no es una lucha de poderes; si estás dentro de una por cuestiones laborales o familiares, mantén la boca cerrada. En estos casos, cualquier aportación será una amenaza directa para aquel que lucha por imponer sus ideas. Al fin y al cabo, no vas a lograr cambiar la opinión de una persona poco o nada razonable y, si no crees o aceptas nada de lo que está balbuceando para qué alimentar su ego.

Más valioso que ser el poseedor de una narrativa egoísta, vacía y necia, es generar ideas. Parece contra-intuitivo. Piensa que en ocasiones cuando piensas verte inteligente, es posible que te estén viendo como un estúpido.

Las posturas extremas no son el mal a vencer en las conversaciones. Aunque los extremos son considerados como malos. Todos tenemos opiniones, sobre todo, pero si nadie te pregunta, es porque a nadie le interesa. Y, si en verdad tienes la urgente necesidad de opinar, toma cinco segundos para vaciar tu cabeza y expresa tus opiniones en forma de preguntas.

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